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jueves, 24 de junio de 2010

El icono de piedra (La hemorragia de las piedras)

En el momento justo en que iniciaba la oración, los machos cabríos empezaron a arremeter unos contra otros allí mismo, delante de él.
Al caer la tarde, cuando el astro rey se disponía a retirarse de su trono en el corazón del cielo y se despedía amenazando con volver al día siguiente para acabar de abrasar todo lo que hoy no pudo, Asouf hundió los brazos en la arena del valle y empezó a hacer las abluciones para cumplir con la oración de la tarde.
Oyó el rugido del motor a lo lejos, por lo que decidió darse prisa y confesarle a Allah su verdad antes de que llegasen los cristianos a los que, en los últimos años, solía recibir en el valle para mostrarles las imágenes talladas en las rocas.
Sin embargo, justo en el momento en que exaltaba la grandeza de Allah y empezaba a recitar en voz baja la primera sura del Corán, las cabras, poseídas por el Diablo, empezaron a enfrentarse unas con otras delante de él, como si rivalizaran en cuernos o quisieran mostrarle su heroísmo en el combate. Hoy las cabras estaban inquietas porque una cabra revoltosa había engatusado a un cabrito testarudo, el cual llevaba siguiéndola desde por la mañana, olfateándole las posaderas e intentando, insistentemente, montarla por detrás. El cabrito despertó la envidia de los machos, que se reunieron y empezaron a retarse unos a otros armados con sus largos cuernos.
Dejó de rezar y, maldiciendo a Satán, se fue a cumplir con su plegaria frente la roca más importante del valle Metkhandoush.
La roca se eleva al final del flanco occidental del valle, donde éste confluye con el valle Aynesis y forman juntos un único valle, amplio y profundo, que continúa descendiendo en dirección nordeste hasta desvanecerse en el Gran Abrahuh, en la meseta de Messak Mellet.
La majestuosa roca delimita una sucesión de grutas alzándose al final como piedra angular, donde lleva miles de años enfrentándose cara a cara con el inexorable sol. Está decorada con los grabados más asombrosos que el hombre prehistórico haya dejado en todo el desierto del Sahara: a todo lo largo de la imponente roca se alza el gigantesco hechicero, con el rostro oculto bajo una enigmática máscara y tocando con su mano derecha el arruí2 que permanece junto a él con aire majestuoso y tenaz, ambos con la cabeza levantada hacia el horizonte, donde cada día el sol sale y baña sus rostros con sus rayos.


Wadi Methkhendoush

Durante miles de años, el imponente hechicero y el arruí sagrado han conservado sus rasgos claros y profundos, sus trazos sublimes y expresivos, tallados en la superficie de la roca maciza.
El hechicero aparece en la sólida roca a tamaño natural, si bien parece más grande y más corpulento que un hombre de estatura media. Está ligeramente inclinado hacia el arruí sagrado, que supera en tamaño a cualquier arruí normal.
En el pasado, cuando siendo joven recorría el valle desierto pastoreando su ganado, a Asouf no se le ocurrió que aquella imagen tallada en la roca pudiera ser tan importante como lo es ahora que se ha convertido en un punto de interés para los turistas cristianos. Llegan desde los países más lejanos, atraviesan el desierto con sus todoterrenos para contemplar la roca y se quedan boquiabiertos de asombro ante su esplendor, su belleza y su misticismo. En una ocasión incluso vio a una mujer europea que se puso de rodillas frente a la roca y empezó a recitar en voz baja un discurso ininteligible que se trataba, según dedujo por intuición, de una oración de los cristianos.


Methkhendous. Señal de bienvenida

Imágenes similares decoran las rocas de las montañas y las cuevas de todos los demás valles de Messak Settafet. Asouf las había descubierto de niño, cuando, agotado de caminar tras el rebelde rebaño, se refugiaba en las cuevas para guarecerse del sol y descansar un rato. Allí se entretenía mirando las coloridas pinturas: cazadores con extrañas caras alargadas corriendo detrás de numerosos animales de los que sólo conocía el arruí, la gacela y el búfalo salvaje. En las pinturas también había mujeres desnudas de pechos grandes, unos pechos realmente enormes que no guardaban proporción alguna con el resto de sus cuerpos. Esta perspectiva le hacía reír, porque se imaginaba que, cuando las mujeres echaban a andar, no podían avanzar porque sus pechos se lo impedían. Allí tumbado, Asouf se reía a carcajadas y su eco resonaba recóndito en cuevas desconocidas.




Más tarde descubrió otras pinturas mientras escalaba la montaña siguiendo al ganado. En aquellos muros de piedra vio caras siniestras como las de los demonios y animales horribles que no existen en el desierto. Le sorprendía que su madre no le hubiera hablado de ellas antes, ni siquiera en sus fábulas, ni que su padre las mencionara antes de fallecer en aquella horrible persecución tras el arruí embrujado.
- Son los antiguos habitantes de las cuevas -comentó su madre en una ocasión-. Los primeros ancestros.
- Pero si dijiste que en las cuevas vivían los genios -contestó Asouf.
Fijó la vista en él, desconcertada, y después sonrió y se balanceó de un lado a otro mientras sacudía el odre de leche entre sus manos.
- ¿Nuestros primeros antepasados son genios? -preguntó Asouf insistiendo en el tema.
Su madre contuvo la risa, pero aún así Asouf pudo notarlo en su mirada. Repitió la pregunta, y esta vez su madre le contestó secamente:
- Pregúntale a tu padre.
Entonces le preguntó a su padre, que se echó a reír y le contestó:
- Es posible que fueran genios, pero genios buenos. Los genios, al igual que las personas, se dividen en dos clanes: el clan del bien y el del mal. Nosotros pertenecemos al primero, al clan de los genios que eligieron el bien.
- ¿Por eso no tenemos vecinos? -preguntó Asouf.
- Sí, por eso mismo. Si vivieras cerca de los malos, te alcanzaría el mal. Aquel que prefiere el bien tiene que huir de la gente para evitar que el daño lo alcance. Y esto es precisamente lo que hace este clan de genios. Desde tiempo inmemorial han vivido en las cuevas huyendo del mal. ¿No oyes sus conversaciones las noches de luna?
Su madre intervino:
- ¿Por qué lo asustas con historietas de genios nocturnos? Más vale que ordeñes la camella y me traigas leche antes de la cena.
Riéndose de nuevo su padre se fue a ordeñar la camella y Asouf se volvió hacia su madre.
- Oigo las conversaciones de los genios todos los días en las cuevas -dijo Asouf-. Dicen cosas sorprendentes y a veces incluso les da por cantar. No me dan miedo.
Su madre se rió y echó unos palos de madera al fuego.
Y así, Asouf siguió distrayéndose con las caras de los genios en las cuevas de las montañas.



Exhausto, se refugiaba en las cavidades de las rocas para protegerse del calor abrasador. Allí se tumbaba un rato y después se acercaba al muro de piedra y empezaba a quitar capas de polvo hasta que descubría los trazos tallados en la roca. Continuó limpiando los recios muros hasta que fueron apareciendo caras, enmascaradas o alargadas, o asomaban los animales que huían de las flechas de los cazadores enmascarados: arruís, gacelas, búfalos y otros muchos animales, de gran tamaño y patas largas, que no encontraba en el desierto actualmente.
Más tarde, empezó a llamar a cada uno de los valles, desfiladeros y montañas con el nombre de las figuras trazadas en sus rocas. Así, este era el Valle de la Gacela, ese, el Desfiladero de los Cazadores, aquella, la Montaña del Arruí, y esa otra, la Llanura de los Pastores. Hasta que descubrió al gran genio, el gigante enmascarado, que se alza junto a su venerable arruí, vuelto hacia la Meca y esperando la salida del sol mientras proclama la grandeza de Allah en una oración eterna.



Aquel día, la cabra más rebelde del rebaño se escapó. Se separó del resto del ganado y bajó por el desierto valle Metkhandoush. Asouf corrió tras ella hasta que la alcanzó donde el valle se funde con el cercano Aynesis para formar juntos un único río, inmenso y profundo, que continúa su arduo recorrido a través del desierto árido en dirección a la llanura de Abrahuh. Allí había un grupo de cuevas coronadas por imponentes rocas, las cuales, a su vez, envolvían a aquella roca colosal erigida como un edificio que se eleva en picado hacia el cielo, como una estatua pagana levantada por los mismísimos dioses. El genio enmascarado y su arruí sagrado ocupaban gran parte de la roca, desde la cima hasta la parte más baja. Se quedó un buen rato contemplando la obra y después intentó subirse a las rocas para tocar la máscara del gigantesco genio, pero no lo consiguió.


Montes Akakus, desierto Fezzan (Libia)

El acceso a la roca estaba rodeado de piedras escabrosas. Intentó aferrarse de nuevo a las rocas lisas pero entonces algunas piedras cedieron bajo sus pies y se precipitó y cayó de espaldas al valle. Se quedó allí, retorciéndose de dolor por unos instantes; después se arrastró a cuatro patas intentando resguardarse bajo la sombra de una acacia alta y verde situada en medio del valle. El corazón le latía con violencia y las gotas de sudor recorrían todo su cuerpo. Nada más llegar al árbol, la sombra de éste se desvaneció.
A pesar de su asombro, Asouf se tumbó bajo el árbol y esperó a que el despiadado sol se pusiera.
Al día siguiente, descubrió que la miserable cabra que se había salido del rebaño y lo había guiado hasta la cueva del gran genio había sido estrangulada aquella noche por un lobo, y recordó cómo la acacia lo había rechazado y su sombra había salido despavorida cuando fue a refugiarse en ella tras haberse caído de la roca.


El arruí o muflón del Atlas es el animal más antiguo del desierto del Sahara y se trata de una cabra montesa que se extinguió en Europa en el siglo XIII.

Imágenes: 1)Imagen de dos gatos tallada en la roca, 2) Portada del libro, 3) Imagen de vacas tallada en la roca.

Traducción: Belén Ruano Ruano, alumna de 4º curso de Traducción e Interpretación (Universidad de Alicante)

miércoles, 23 de junio de 2010

La hemorragia de las piedras de Ibrahim al-Kuni (capítulo primero)


La Hemorragia de las Piedras es un relato escrito por el prolífico novelista libio Ibrahim Al-Koni en 1990. Nacido en 1948 en la región desértica de Fezzan, al sur de Libia, Ibrahim al-Koni fue criado bajo la tradición de los tuareg. Pasó su niñez en el desierto y posteriormente fue escolarizado en la ciudad cercana de Gadamés, donde aprendió a leer y escribir en árabe cuando tenía doce años. Al-Koni estudió Literatura comparada en el Instituto de literatura Maxim Gorky en Moscú y, luego, trabajó como periodista en Moscú y Varsovia.
En 1974, al-Koni publicó su primera obra literaria: una recopilación de cuentos. Al terminar sus estudios, comenzó a trabajar en el Centro Cultural Libio de Moscú y, más tarde, trabajó como periodista y redactor en una revista cultural en Varsovia. En 1993, se trasladó a Suiza, donde reside desde entonces.
Al-Koni es uno de los escritores árabes más prolíficos de la actualidad. Hasta el momento, su obra literaria abarca más de setenta volúmenes entre novelas y cuentos traducidos a 35 idiomas. En sus trabajos se mezclan elementos mitológicos, la búsqueda espiritual y las preguntas existenciales de ahí que se le haya calificado como realista mágico, fabulista sufí y novelista poético.
Su obra se ha difundido también a través de diarios y revistas como el Ŷarīda Fezzān (جريدة فزان ), Al-Bilād ( البلاد ), Al-Faŷr al-ŷadīd (لفجرالجديبد ), Al-Hurriya ( الحريب ), Al-Maidān (الميبدان ), Al-Haqīqa ( الحقيق ), Tripolitania (طرابلس الغرب ), etc.
La Hemorragia de las Piedras se basa en la vida y las tradiciones del desierto y, como suele ocurrir en las obras de al-Koni, en ella se combinan tanto elementos realistas y actuales como leyendas, mitos y diferentes elementos religiosos. Así, a la vez que se habla de genios, plegarias obligatorias o el demonio, también se menciona a los turistas europeos que llegan con sus todoterrenos rompiendo así la armonía del desierto.
El personaje principal, Asouf, es un joven beduino que a la vez que dedica su vida a pastorear sus cabras por el desierto es también guardián de los secretos del animal más venerado de la zona, el arruí o muflón del Atlas, un tipo de cabra de cuernos retorcidos que se considera el animal más antiguo del desierto del Sahara y al que se atribuye un carácter sagrado.
El fragmento que presentaré en la próxima entrada es la traducción del primer capítulo de la novela, titulado El icono de piedra cuyo argumento se centra en el descubrimiento, por parte de Asouf, del Gran Hechicero, una imagen de grandes dimensiones tallada en la roca, llena de misticismo y relacionada con los genios o espíritus del desierto. Ya en este primer capítulo puede percibirse la mezcla entre lo tangible y lo fantástico, los elementos existentes en la vida real y las referencias a las creencias del desierto. Así, se mencionan entornos geográficos realmente existentes, como, por ejemplo, el valle Metkhandoush y sus petroglifos, un lugar muy visitado hoy día por los turistas, pero igualmente se habla de animales poseídos por los espíritus así como de los genios del bien y del mal, que bien podría entenderse como una alegoría al relato de Caín y Abel.

Presentación y traducción de Belén Ruano Ruano, alumna de 4º curso de Traducción e Interpretación.

domingo, 20 de junio de 2010

Wazssylla Tamzalyi.


Hoy mismo he tenido el honor de asistir a una conferencia de Wazilla Tamzali, activista feminista de origen argelino que defiende a capa y espada la separación de la religión y el movimiento político de liberación o equidad entre hombres y mujeres en los territorios islámicos.
Este tema que no está exento de controversia y más si la feminista en cuestión se declara laica. Es tema de interés tanto en Occidente como en Oriente.

Frente a la posición de las feministas que se declaran islámicas, Wassyla separa totalmente el feminismo del islam y, en consecuencia, de cualquier otra religión que por definición y bajo unos dogmas patriarcales segregan los géneros y sobreponen el masculino al femenino.
Según Wassyla, no tiene nada que ver la fe que una persona profese y la lucha política en pro de unos derecho humanos que se nos niegan sistemáticamente (no sólo en Oriente) por poseer atributos sexuales diferentes a los masculinos.

Según esta escritora, la cuestión del velo es meramente social. En Argelia se diferencia a la mujer velada y no velada como “la vestida” y “la desnuda”. Esto es un problema, dice Wassyla, porque sistemáticamente se mitifica el erotismo de la mujer que ha de ser tapada con un velo, no para salvarla a ella, sino para hacer más llevadero el “ incontrolable instinto sexual de los hombres”.

Por otro lado la autora de Une femme en colère también ha hablado sobre el tema de la herencia que, según ella, y términos coránicos, ya coloca a la mujer como la mitad de válida que cualquier familiar masculino.

Asistiendo a esta conferencia, me he dado cuenta de lo difícil que tienen que ser las cosas para Wassyla Tamzali, tachada por la mayoría del mundo islámico como radical, igual que pasa con escritoras y activistas feministas que se atreven a hacer política crítica desligándose de la religión, como la médico y escritora egipcia, Nawal Saddawi.
Esa supuesta radicalidad, cuando una fémina esta en el centro del debate y el discurso, no es más que otra artimaña del patriarcado que funciona tanto para hombres como para mujeres. Es decir, que lo tenemos tan asumido que cualquier comportamiento político, liberador y valiente lo extrapolamos directamente a unos atributos masculinos que a una mujer, aún hoy, se le niegan por naturaleza, y me estoy refiriendo a esto: En un momento de la charla la conferenciante dijo: “Me hablaban como si fuera un ayatolah” (hablando de una conferencia que había dado. En mi cabeza eso ha sido hasta chocante y sumando que hablaba de un feminismo laico al más puro estilo de Simone de Beauvoir, me parecía casi increíble que fuera musulmana, argelina y mujer, con esto quiero decir que lo que en realidad choca es ver a una mujer haciendo política sin tener que pedir perdón por ello, ver a una mujer que pese a la presión social y religiosa es capaz de decir que no se considera musulmana, se considera argelina. Si para mi oír eso ha sido “chocante” no imagino qué pensarán las mujeres musulmanas de su discurso, ¿y las feministas islámicas? ¿Están preparadas para desligar la religión de un movimiento político en defensa de la mujer?

'Umar Ibn Hafsún ibn Chafs



Entre los muchos personajes que tuvieron un papel destacado en el transcurso de los acontecimientos, quiero rescatar de las crónicas a ‘Umar ibn Hafsún (854-917), personaje al que la historia no ha tratado del todo como se merece. Las crónicas árabes le tachan de rebelde y de poco más que de maldito sin llegar a profundizar en el aspecto más humano. Por otro lado la historiografía más contemporánea no ha estado exenta de pinceladas con gran carga ideológica. Algunos historiadores han querido verlo como un héroe nacional, plasmando la visión ideológica de una época; icono de la resistencia autóctona frente a la ocupación extranjera, situándolo a la altura del mismísimo Viriato con su “terrorrum romanorum". Así, la interpretación de los textos, otorga diferentes concepciones de una realidad aún por descifrar. Lo cierto es que, este muladí (musulmán de origen peninsular) oriundo de Ronda, al igual que otros muchos, aportó su granito de arena al desarrollo evolutivo de la política y sociedad andalusí.
Con la Batalla de Guadalete en el año 711, empezaba una nueva etapa en la historia de la península Ibérica. El afianzamiento del Islam en la península ya estaba en marcha; su sociedad, política, cultura y como no, la religión acabarán gradualmente impregnando el estrato visigodo de Hispania para germinar en al Ándalus y el Califato Omeya como culminación. Pero esta instauración y consolidación no iba a está exenta de confabulaciones y disputas dinásticas por el control de las provincias o Coras y por el reconocimiento de la autoridad de Córdoba.



‘Umar ibn Hafsún fue con diferencia aquel que logró el mayor desgaste en todos los sentidos de la frágil hegemonía Omeya. Supo canalizar el descontento general de una población y fue capaz de mantener contra las cuerdas al mismo emirato durante 30 años. Aunque no todas las poblaciones tuteladas por ibn Hafsún abrazaron su causa por voluntad propia, sino más bien por la falta de respaldo Omeya en su incapacidad para sofocar la rebelión. Este muladí, obligó a Córdoba a mirar al sur, y mantener como máxima prioridad el contener la rebelión en las regiones más cercanas a ella. Aunque no este del todo claro si se trataba de un simple opositor al régimen sin programa, un rebelde, un salteador de caminos, un héroe, un libertador o como quieran llamarle, lo que está claro es que puso en muy serios aprietos al emirato y a la propia pervivencia de la Córdoba Omeya. Esta inestabilidad política y social queda plasmada en la incapacidad Omeya no solo de someter a las provincias en sus casi perennes agitaciones internas, como el caso de Toledo, sino la de salvaguardar a duras penas la dinastía.


Tanto en la Marca Superior (con Zaragoza como ciudad principal), la Marca Media (Toledo) y la Marca Inferior (Mérida) y Sharq al Ándalus (el levante peninsular) la agitación popular será una constante, objeto de contienda entre linajes de la zona por el control, sin que Córdoba pudiera hacer mucho para evitarlo hasta la llegada de ‘Abd al-Rahman III (912), que, una a una, someterá plazas fuertes, castillos y reductos.
El año 854 nace en Ronda, posiblemente en las estribaciones del Castillo de Antar, cerca de Parauta, el muladí que encabezaría un alzamiento de grandes dimensiones, llegando a dominar un vasto territorio en la franja meridional, y las ciudades de Écija, Archidona, Baeza y Úbeda. Su nombre completo era ‘Umar ibn Hafsún ibn Chafs; descendiente de nobles hispanogodos conversos al Islam, que como otros tantos, abrazaron el Islam en pro de su estatus y finanzas. Su primera manifestación de hostilidad hacia el régimen Omeya le ocasionó 50 latigazos al enfrentarse con los soldados del gobernador de Málaga. Quizás la humillación sufrida por la justicia, o quizás la impotencia ante lo que se está perfilando en al-Ándalus, lo cierto es que tras este suceso, ‘Umar ibn Hafsún decide marcharse a África, a la ciudad de Tahart, donde trabajó de sastre.
No se sabe cuál fue el motivo que le impulso a volver a la Península, la leyenda y los textos hablan de un anciano que le auguró un futuro como caudillo, pero el año 880 vuelve a Ronda, decidido a plantar cara a los Omeyas y no estará solo, ya que poco a poco se irán incorporando a su causa renegados y descontentos con la política Omeya de diferentes latitudes de la serranías del sur andalusí. Ibn Hafsún, junto con estos primeros adeptos, elige un lugar escarpado y de difícil acceso para crear lo que iba a ser su base de operaciones y corazón de la rebelión del mediodía hasta la caída del último de los hafsuníes en el 927: Bobastro, situada en el municipio de Ardales, en las mesas de Villaverde, aunque en este punto no se ha llegando a un consenso por parte de los historiadores y arqueólogos.


Nuestro protagonista no tardó en darse a conocer por la comarca y en Córdoba, hasta el punto que el emir Muhammad I se vio obligado a mandar algunas tropas para hacer frente a la provocación de unos proscritos y saltadores de caminos:
“los asuntos de husun construidos en estas regiones tomaron un mal camino” (Ibn Hayyan)
Tras el escaso éxito de las tropas del Emir ante este nuevo frente levantisco, no dudará en mandar un fuerte contingente militar, y esta vez, sí logrará someter al rebelde Omar, obligándolo a pactar y a unirse al servicio del ejército Omeya, aunque no lo hará por mucho tiempo. En el año 885, tras dos años de servicio en el ejército Omeya participando en razzias por tierras de Álava, decide volver a Bobastro y emprender su lucha con más fuerza que nunca contra el régimen Omeya, con la adhesión a su causa de cientos de partidarios muladíes y mozárabes (cristianos de al-Andalus).
“Desde hace demasiado tiempo habéis tenido que soportar el yugo de este sultán que os toma vuestros bienes y os impone cargas aplastantes, mientras los árabes os oprimen con sus humillaciones y os tratan como esclavos. No aspiro sino a que os hagan justicia y sacaros de la esclavitud”. Con este mensaje, ‘Umar ibn Hafsún logró la aceptación y reconocimiento de la población, dejando al margen en este primer momento el factor religioso para forjar un frente común ante los omeyas. También algunos fugitivos se adhirieron a Ibn Hafsún con ánimo de botín.
El férreo frente opositor que representaba Ibn Hafsún, al contrario que otros focos de oposición al régimen Omeya que pugnaban con el centralismo por la independencia de las provincias y la pervivencia de una dinastía en el poder, no mostraba ese carácter dinástico y urbano.
Según aclara el profesor Manuel Acién:

“Ibn Hafsún no es un hecho aislado ni se explica por motivos étnicos, regionalistas, nacionalistas o religiosos, sino integrándolo en la teoría discontinuista de las formaciones sociales, que, en este caso concreto se trata de una transición de la sociedad feudal a la sociedad islámica”

Ibn Hafsún atosigó al emirato desde la misma Córdoba y su séquito representaba un malestar popular que no pugnaba por una provincia. Algunos historiadores, en su visión interpretativa de la figura Ibn Hafsún, lo consideran como el esbozo de un endémico nacionalismo español.
Como apunta el historiador Claudio Sánchez Albornoz:

“Otra vez la raza hispana alumbró un gran capitán popular…que como otros guerreros españoles de todos los tiempos, que hubieron de pelear con fuerzas regulares, triunfó Ben Hafsún por su astucia, su bravura y su justicia (…) que los españoles, cristianos o musulmanes amaron con pasión”

Durante este periodo de la rebelión mozárabe-muladí, el elemento religioso parece jugar apriori un papel secundario, y digo aparentemente, por la existencia del descontento de una población mozárabe exaltada por el fundamentalismo de Eulogio de Córdoba, que veía como paralelamente a la centralización iba la institucionalización del islam con sus consecuencias más que evidentes para la población mozárabe. El concepto de una conquista se hace más que patente y aún con este período de profunda crisis interna y alzamientos prácticamente por todas las coras de al Ándalus, el emirato fue capaz, a duras penas, de aguantar el embiste desde varios frentes de oposición al establecimiento de la dinastía, que no sólo sobreviviría, sino que culminaría con el periodo califal.

Una vez de vuelta en Bobastro el año 884, toma Auta, Mijas, Comares y Archidona y establece pactos con otros descontentos, como los Banu Rifa’a, familia árabe que dominaba Alhama y su sierra. Los envites de las tropas del gobierno al mando heredero al-Mundhir, estuvieron a punto de acabar con la disidencia, pero la muerte del emir el 4 agosto del 886, obliga a Al-Mundhir a volver a Córdoba a hacerse con las riendas del Estado. 'Umar ibn Hafsún sabrá aprovechar esta coyuntura para reorganizarse y reclutar más apoyos entre los campesinos; apoyos necesarios para hacerse con el control de la toda la serranía de Ronda y Rayya y apoderarse de Priego e Iznájar, ciudades estas usadas como base para incursiones hasta Cabra y Jaén.
La presión obstinada y necesaria por parte del emir de acabar con el alzamiento de la serranía malagueña, estuvo a punto de dar su fruto. Se recuperó Iznájar y Priego y Archidona y se llevó a cabo una brutal represión. Como ejemplo queda la crucifixión entre un perro y un cerdo del jefe de los defensores mozárabes de Archidona. Al-Mundhir, decidido a acabar con Ibn Hafsún, lo asedia en Bobastro y le obliga a rendirse a cambio de una amnistía; una amnistía que duraría lo justo para sacarle brillo a la espada y tomar la retirada de las tropas del emir. Tras la ruptura de la efímera tregua por parte de Ibn Hafsún, al-Mundhir se propone no levantar el asedio hasta destruir Bobastro,


pero en el año 888, en pleno acoso al último reducto de resistencia hafsuní, el emir al-Mundhir muere envuelto en intrigas, y una vez más vuelven a levantar el sitio. 'Umar b. Hafsún lanza un ataque a las tropas que partían desperdigadas y al pequeño cortejo fúnebre, que es respetado por los hafsuníes a petición de ‘Abd Allah, hermano al-Mundir y nuevo emir.
Una vez más, la muerte de un emir permitirá a ibn Hafsún reorganizarse y esta vez, el nuevo emir ‘Abd allah, no tendrá el carisma y la contundencia de su hermano para impedir que el Estado quede sumido en una profunda crisis que se ve reflejada en la anarquía de las provincias.
Durante el reinado de ‘Abd Allah (888-912), la revuelta de los hafsuníes alcanzó el máximo apogeo; dominaba toda la serranía malagueña, desde el mar al Guadalquivir, llegó a tomar Écija, a tan solo a 50 kilómetros de la capital, incluso algunos jefes locales muladíes, como Ibn Shaliya, regente de
Somontín, reconocieron su supremacía.



En este periodo también Ibn Hafsún, sin llegar a tener un programa político claro, debió comprender la importancia de establecer alianzas y recabar apoyos, centrados en mejorar la organización y legitimación de su revuelta. Estableció, dejando al margen las confesiones, alianzas tanto con beréberes como con muladíes y cristianos. Pactó con los Banu Hayyay de Sevilla, reconoció la soberanía Idrisí de Marruecos, pactó con los Aglabíes de Qayrawan primero, para que mediaran por la legitimación de los abbasiés de Bagdad, y con la Shi’a de los fatimíes después. También establece contactos con el Alfonso III, aunque este aprovechará para organizar su reino e iniciar un fuerte empuje en la marca superior.
En el 891, ben Hafsún lanza un ataque a Córdoba sin éxito, ya que el emir, en el último momento pudo reclutar entre las filas a miles de voluntarios cordobeses formando un ejército de 14 mil hombres que fue capaz de repeler la acometida hafsuní. Este inquietante acercamiento a las puertas de Córdoba pone de manifiesto una vez más la debilidad del emirato.
Y, si hablamos de apogeo de la revuelta de Hafsún, es ahora el momento de referirnos al inicio del declive. Hay dos elementos importantes que marcan la trayectoria de la revuelta hasta que poco a poco, no sin esfuerzo, Abd Al-Rahman III logre sofocarla.



El primero es la conversión al cristianismo de ‘Umar ibn Hafsún, que desde entonces pasará a llamarse Samuel. Llevó un obispo a Bobastro y mandó construir las iglesias de Santa Eulalia y Santa María. No está claro del todo los motivos de su conversión, posiblemente ‘Umar, albergaba en secreto la fe de sus antepasados, pero lo que sí sabemos es que aprovechó esta conversión para solicitar algunos apoyos, como la legitimidad del rey asturiano.


Esta decisión supone una ruptura que le hizo perder considerables apoyos entre sus seguidores, al igual que la pérdida del compromiso de muladíes y beréberes que no vieron con buenos su apostasía. Con la conversión del enemigo número de uno de Córdoba, paradójicamente se va desarrollar un mayor impulso a la islamización. La familia árabe de los Banu Hayyay de Sevilla también rompe con él y desde entonces participan en continuas razzias contra él, tanto en verano como en invierno, otorgándole el carácter de Yihad a sus campañas. La pérdida de capacidad que supuso la conversión de Ibn Hafsún, permitió al Emir recuperar algunas plazas, llegando incluso a atacar Bobastro. Este nuevo enfoque rupturista de la rebelión, como apunta Pierre Richard, de cierto nacionalismo autóctono, adquiere con la conversión de Omar Ibn Hafsún, unos tintes religiosos nada ajenos a Córdoba.
El segundo elemento que marcará la cuenta atrás de la rebelión será el acceso al poder, tras la muerte de su abuelo, Abd Allah, del nuevo emir ‘Abd al-Rahman III (912-961), séptimo sucesor de su homónimo y fundador de la dinastía establecida en al-Ándalus desde el año 756. El nuevo emir, dotado de energía, capacidad y determinación, inicia un goteo de conquistas de castillos y de represión en las zonas disidentes marcando el restablecimiento del poder central y culminando con la instauración del califato Omeya.
Una de las primeras campañas que llevó a cabo el nuevo emir, fue la toma de Écija que aún estaba en manos de los rebeldes y que suponía por su proximidad un inquietante escollo que debía ser resuelto. El Muqtabis del gran historiador Ibn Hayyan recoge:

“El 14 de Diciembre 912-13 salió el chambelán Badr b. Ahmad con el ejército a la ciudad de Écija, zona rebelde de la cora meridional cercana a Córdoba, combatiéndola y conquistándola el jueves (…). El chambelán Badr entró en ella en la mañana del jueves citado y concedió el amán a la población y se ocupó de su gobierno, mandando destruir las murallas, que fueron echadas por tierra, pero conservando su ciudadela el alcázar para morada de gobernadores y cadíes: fue a primera ciudad conquistada en país disidente”

Tras la toma de Écija, el emir Abd al- Rahman III, llevará a cabo una primera incursión de pacificación en la cual logra tomar más de 70 plazas fuertes y 300 refugios fortaleza menores entre los cuales se encuentra la cora de Elvira, Baza y Salobreña, pero sin llegar asediar directamente Bobastro. Sevilla tampoco tardaría mucho en someterse al poder Omeya, exactamente el año 301/914.
De nuevo, encontramos referencias a este suceso en el Muqtabis V de Ibn Hayyan:

“Envió cadíes con diversos contingentes a todas las fortalezas (husun) de la cora de Rayyo, con orden de destruirlas todas, derribar sus muros y derruir sus alcazabas, quitándoles los cimientos y dispersando sus piedras, y obligando a sus moradores a bajar al llano y habitar en él en alquerías, como lo habían hecho cuando pertenecían a la comunidad”

El emir proseguía sin fatigarse el sometimiento de la región con sus tropas, atacando los centros de influencia de Hafsún, aniquilando a sus seguidores y organizando el territorio con la designación de gobernadores locales. También bloqueó la ruta con el norte de África, destruyendo los navíos con los que Ibn Hafsún abastecía su revuelta. Mientras tanto, veía cómo iba reduciéndose su influencia poco a poco hasta que el año 917-18 ‘Umar ibn Hafsún, muere de una enfermedad a la edad de 72 años, según encontramos en las crónicas de Ibn Hayyan:

“En este años hizo Dios morir al malvado ‘Umar b. Hafsún, germen de hipocresía, imán de perdición refugio de disensión, foco de sedición y refugio de rebeldes en su capital Bobastro”

A pesar de la muerte de Ibn Hafsún, la llama de la insurrección seguirá con su estirpe durante más de diez años, exactamente hasta el año 928 en el que su hijo Hafs ibn ‘Umar ibn Hafsún rinde el mítico reducto. Esta vez Bobastro caerá definitivamente. Abd al-Rahman III, en un intento de socavar los ánimos de los levantiscos andalusíes y castigar las conductas subversivas, manda desenterrar los cadáveres de Ibn Hafsún y de su hijo Chafar para ser expuestos ante los cordobeses.

“Esta maldita ciudad, nido de sedición, origen de disensión, madre de calamidades y causa catástrofe, había sido penosa para los hombres, insufrible para la fe, devastadora para el suelo cultivado, muerte de ciudades populosas, disgregación de la comunidad musulmana y apaño de herejes, morada y auxilio de politeístas, que no habían podido curar los emires ni tratar los sabios, hasta que Dios le dio en el califa an-Nasir (Abd ar-Rahman III) rápido final, dirigiéndole su atención e industria, combatiéndola personal y constantemente, mermándole fortalezas y quitándoles alfoces por doquier para debilitarla y disgregarla y levantando continuas construcciones que conmovieron sus mismas bases, pues nadie podía salir de ella ni entrar en ella sin ser visto e impedido por fortaleza o muro, no podía bajar espía que no fuese inmediatamente capturado. No se pudo agradecer bastante su conquista, que excedía lo deseable y de lo propiciable por la fortuna, siendo considerada la mayor de las alegrías, garantía de goce, fiesta única y ocasión de agradecimiento y loor a Dios que da y quita, glorificado sea”. (Muqtabis)

Este triunfo, ahora sí del Islam, animó a Abd al-Rahman III a adoptar el título de ‘Amir al Mu’minin- Príncipe de los Creyentes- y el de Abd ar-Rahman III, apodado al-Nasir li-Din Allah – defensor de la religión de Dios-, dando paso al periodo califal.



La caída de Bobastro que, por supuesto, supuso un acontecimiento decisivo para la forja del Califato, se convierte en todo un hito simbólico que connota el renacer de un poder cordobés desarraigado ya de sus fracturas internas y demostrando su capacidad y contundencia en la pacificación del territorio, pero también, la inquietante amenaza ante la proximidad del califato fatimí se asocia como factor determinante.
Por primera vez desde que los musulmanes pisaron la Península se puede hablar de un poder centralizado y legitimado por todos, en mayor o menor medida. Este hecho, es decir, la unificación del poder y la pacificación férrea del territorio llevada a cabo por el primer califa omeya, se puede interpretar como que fue entonces, y no en la mítica batalla de Guadalete el año 711, cuando se puede hablar de la conquista de al-Ándalus.

domingo, 13 de junio de 2010

Reflexiones argelinas tras la lectura de Une femme en colère

Un día, al volver a casa, después de terminar de hacer unos recados, de estos que no suelen apetecer casi nunca, por lo menos a mi, encuentro a mi madre, que había venido a visitarme desde Orán, sentada en un sillón, que, inconscientemente, lo tengo colocado mirando al exterior, para ella, para cuando viene. Sus visitas a mi casa, a Alicante, es algo que viene haciendo un par de veces al año desde hace dos décadas, justo el tiempo que llevo en España,
Nada más entrar y a juzgar por el silencio que reinaba dentro de casa, deduje que lo que llevaba entre manos era lo suficientemente importante como para no contestarme:
- “Hola, estoy aquí, ¿ya quelqu’un?” Si, si, mitad y mitad, esto nos caracteriza a los argelinos.

Efectivamente, acomodada en la butaca, mirando al Castillo de Santa Bárbara, como si lo quisiera tener por testigo, y con el libro tuyo entre sus manos y sin apartar sus ojos de él, me dice:



- “¿Sabes qué? La autora es de mi quinta…
Y yo le respondo: “¡Ah, y ¿Cómo lo sabes?”
Claro que lo sabía, mi intención era provocar.
- “Bueno, de mi quinta, dos o tres años menor que yo, en fin, vamos, eso creo yo…”
- Si maman, tiene que serlo.

No hacía falta que nadie moderara su monólogo bilingüe, mitad francés mitad argelino, el de Orán, y prosiguió:



- ¡Pues en su libro habla de la Goutte de Lait! Y fíjate, que en la época francesa, aquello era de lo más indignante para los que luchábamos contra las injusticias sociales. Es muy curioso descubrir que después de tantos años, y a través de un relato, vuelves a sentir la misma rabia e indignación que sentiste hace más de 50 años...
Hubo un silencio, un silencio que, sin duda alguna, la llevaría a los años 50, lo sé, reconocí su silencio, ese silencio entre triste y rabioso, por eso es mi madre, ¿no?

Y volvió a relatarme sus recuerdos:

-Llevo toda mi vida indignándome, me dijo. Desde que tengo uso de razón, no recuerdo haber estado de acuerdo con ningún gobierno. Me siento frustrada, por partida doble, eso es peor todavía. Nunca conseguí experimentar esa sensación de confiar en alguien, en algún dirigente o siquiera en algún programa político. No recuerdo haberme sentido útil en mi país, ni siquiera cuando era francés.Cómo puede ser posible todo esto, es inverosímil, es sencillamente increíble. Lo que no entiendo es cómo puede Wassyla Tamzali seguir creyendo en su lucha.



Mi madre, una mujer con estudios básicos, entiende tu ira, tu enfado, “ta Colère”. No le costó, casi nada, expresar su gratitud hacia tu valentía que, sin saberlo, compartía contigo. Se sentía identificada con cada palabra, cada frase y cada mensaje que transmites a través de tu ensayo.
No me lo dijo, pero yo sabía que admiraba tu osadía, pues, con los tiempos que corren, cualquiera se atreve a plantarle cara a los que, de una forma u otra, siguen tomando decisiones sin contar con ellas, con nosotras.

Las Mujeres deberían luchar contra el particularismo, tienen que llegar a su identidad combatiendo en el terreno político, con o sin ayuda de los occidentales, me dijo.
Habrá que desafiar a los intelectuales occidentales que lucharon por la universalidad de los derechos humanos, y que ahora, por motivos poco convincentes para la laicidad, se están demostrando incapaces de pensar más allá de la universalidad de Europa.

“Soy del clan de aquellas mujeres y de aquellos hombres ávidos de libertad que, aunque pertenezcan a un país y a una historia, no dudan en entablar un combate contra la cultura, las tradiciones y los usos políticos de sus sociedades, cuando se oponen a esta libertad” (p. 34).
Muchas lo compartimos.



Después de varios y largos intercambios, concluimos, mi madre y yo, que ambas nos sentimos ignoradas, aún perteneciendo a dos generaciones distintas. Que ambas compartíamos mucho acerca de la laicidad, hasta tal punto que podríamos decir, que cada una en su estilo, lo reivindicamos de forma latente y continúa, aprovechando cada espacio y momento para hacerlo.
En la última década, una brecha, bastante grande, se ha abierto entre el Islam y el resto del mundo. Un temor generalizado se ha apoderado de las mentes, de casi todos, incluidas las de algunos de nuestros amig@s. Empezaron a plantearse serios interrogantes acerca de la compatibilidad entre el Islam y los principios de libertad, la democracia, el pluralismo, etc., obviando todos los esfuerzos realizados por muchos laicos, hasta tal punto que algunos no dudaron en hablar de "guerra de civilizaciones".

A nosotras no nos interesa esta guerra, no la deseamos, sino que la evitamos. Mientras tanto, much@s de nosotr@s, l@s que de una forma u otra, directa o indirectamente, queremos “distinguirnos de l@s demás”, reivindicando el derecho y la libertad de sentirnos afines a la laicidad en el Islam, una corriente vieja y novedosa a la vez, requerimos sentir esta palabra tan bonita que es la tolerancia aplicada a nosotros. No pretendemos que nadie se sienta indignado, queremos recordar que laicidad y libertad religiosa es lo mismo.



Sin citar a nadie en concreto, me tomo la libertad de hablar en el nombre de cada una de ellas, de vosotras, y decir alto y claro que nuestro objetivo común es invitar a todos a un diálogo entre musulmanes y no musulmanes, entre Oriente, Occidente y mundo Árabe y quiena quiera sumarse a la causa.
A juzgar por el estado de la opinión pública en varios países, tanto occidentales como orientales, nos preguntamos sobre el destino de nuestro sueño, el sueño de ver desaparecer la palabra religión de muchas constituciones de muchos países.
A pesar de todo, y en medio de este berenjenal, la confusión y la desesperación entre los laicos crece de forma vertiginosa; a este ritmo y a estas alturas, no nos queda más remedio que seguir creyendo en nuestra apuesta y avanzar hacia adelante con la esperanza de ver subir a nuestro tren cada vez más viajeros convencidos con los que queremos compartir nuestra aventura, hasta el final.

Acabamos nuestra diálogo sin comprender cómo, siendo los islamistas minoría en el mundo árabo-musulmán, su estrategia de probada eficacia está por encima de cualquier ley de igualdad.
No queremos que se trate de una simple reflexión sobre la mujer en el siglo XXI, sino, buscamos poner de relieve la situación de inferioridad que sufre la mujer en Argelia, tanto ahora como hace 50 años.
Por eso mismo, decidimos concluir, haciendo un pacto para que otras voces de la cultura árabo-musulmana sean oídas, la tuya, la mía, la nuestra y las vuestras.

Naima Benaicha
Licenciada e Traducción e Interpretación por la Universidad de Orán
Mediadora social intercultural

martes, 1 de junio de 2010

Conferencia de Wassyla Tamzali


El miércoles 9 de junio intentaremos, por segunda vez, que Wassyla Tamzali, afamada feminista laica, venga a la Universidad de Alicante, a hablarnos de su nuevo libro, Une femme en colère. La primera vez no puedo viajar de París a Alicante por las cenizas del volcán. Esperemos que, en esta ocasión, no haya ningún contratiempo y que podamos disfrutar conociéndola personalmente.

La interpretación del fracés correrá a cargo de la también argelina, Naima Benaicha, licenciada en Traducción e Interpretación por la universidad de Orán y experta en mediación intercultura.

Wassyla Tamzali defiende una corriente de pensamiento racionalista, crítica con su entorno, laica, muy en contra de la islamización de las sociedades árabo-musulmanas. Los que piensan como ella, dentro de la cultura árabe e islámica, constituyen una minoría en la actualidad, y son, tristemente, menos conocidos en Occidente, que los que abogan por un islam conservador y retrógrado. Ellos mismos se sienten casi invisibles en el ambiente actual, caracterizado por el resurgimiento de la religión como la seña de identidad más relevante de cada individuo.

La conferencia tendrá lugar en el Salón de Grados del Edificio C de Geografía e Historia, a las 12 h. Desde Araboislámica os animamos a asistir.

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